Por Lilia E. Calderón Almerco
De marzo 2007
De marzo 2007
En esta tarde tibia
de sol tímido de otoño,
mi alma se ha vestido
de nostalgia, de quietud,
en espera paciente de
eternidad.
Ella vendrá
pronto o más tarde, pero vendrá;
y quiero esperarla
con el alma de blanco,
con la alegría
satisfecha
y el corazón pacificado.
Me atrevería a
decir que la siento cerca,
que me rodea
silenciosa
y que no le temo
porque cada día estoy
muriendo.
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