QUECHUA EN VOZ BAJA

Por Lilia E. Calderón Almerco

De la colección Era una vez en la escuela

Esta era una casa de estudios universitarios en Lima. Estábamos en la sala de profesores conversando sobre los temas predilectos, los estudiantes y las clases. En eso, llegó saludando tímidamente a todos, un docente que recientemente se había integrado y que parecía ser un hombre amable y discreto, de talante académico tradicional.

De inmediato surgieron los saludos de bienvenida y los apretones de manos. El profesor nuevo se presentó y anunció la materia que tendría a su cargo, mientras que los demás le deseábamos parabienes. Cuando el recién llegado dijo que era cusqueño de nacimiento, uno de los colegas indicó con especial atención al docente que estaba sentado al frente y que también era cusqueño. Su paisano le dijo y ambos se miraron amistosamente.

A los pocos minutos, los dos profesores cusqueños estaban juntos conversando en voz muy baja cerca de la mesa del café. Cuando pasé por ahí, me di cuenta de que ellos se estaban comunicando en quechua.

Fue muy grato para para mí el haber sido testigo de la fuerza de la identidad cultural a través del idioma, no obstante, mi complacencia hubiera sido mayor si todos los colegas presentes los hubieran escuchado.

Tupananchis kama. Traducción Hasta volvernos a encontrar.

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