IRÉ A DONDE TÚ VAYAS

Por Lilia Esmeralda Calderón Almerco


Aquel día, llegué a una provincia de mi Perú donde trabajaría en un proyecto sobre educación rural. Andaba buscando un lugar para hospedarme cuando me encontré con una colega que también acababa de llegar por el mismo motivo que yo. Ella venía junto a su padre quien cargaba el equipaje. Nos presentamos, intercambiamos impresiones sobre el viaje, el lugar de donde veníamos, el área profesional respectiva y temas así. 

De este encuentro, quedé impactada por el diálogo que tuvo lugar entre padre e hija que fue muy breve, pero de una carga de significados enorme para mi historia personal.

La hija miraba a su padre con gesto de inseguridad, como si se preguntara si habría sido conveniente llegar hasta ahí. El padre, cargando aún el equipaje y moviendo la cabeza, le decía que, si ella lo deseaba, regresarían a su ciudad. Hijita, tú sabes que yo iré a donde tú vayas. Ella guardaba silencio. En ese momento mi teléfono empezó a sonar y me despedí.

Esta escena significó para mí la demostración de un amor filial a toda prueba. La guardé en la memoria para cuando estuve a solas y pude recordar a mi padre y descargar todas mis emociones.

Han pasado varios años, pero aún me conmueve profundamente recordar aquella escena, y vuelvo a emocionarme ante tanta belleza.

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