Por Lilia E. Calderón Almerco
De mi colección "Érase una vez en la escuela"
De mi colección "Érase una vez en la escuela"
Y llegó el día de la jubilación para la maestra Alejandrina. Ella había planeado que, a partir de ese día, se inscribiría en un taller de dibujo, se dedicaría a viajar, a leer más, a visitar a su familia más seguido, etc. Pero todo ello no sería más que una ilusión.
Después de una vida de trabajo, Alejandrina descubrió que su pensión de jubilación no le alcanzaría para cubrir gastos básicos como alimentación, salud, el alquiler de su departamento, el servicio de luz y de agua, y menos aun, para gastar en viajes y entretenimiento.
Para Aalejandrina, solo había una alternativa, irse a vivir a un asilo para ancianos. Al buscar una institución adecuada a su pensión de jubilación, se dio cuenta de que solo podía acceder a una entidad pública municipal de bajo costo. Y es ahí donde se mudó para vivir la etapa final de su vida.
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